En la oscuridad de la noche
de aquella ciudad bañada de obscuridad
prendí una pequeña vela,
la cual me alumbró
como una minúscula estrella
para seguir escribiendo
este poema
y el final de una triste novela...
Pero debo confesar:
Que cuando escribo
soy el ser más libre del mundo
porque confieso lo que nunca me he atrevido
Y todo lo cuento con palabras
sueltas como el viento
de las tierras áridas
y de un gran desierto
que hallan en tu corazón
el manantial de una pasión...
RS